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Hace un par de años cuando participaba del foro de arte Arte-Ecuador, hizo su aparición en la red de correos que iban y venían, un personaje por demás sui géneris, a veces gracioso por lo disparatado de sus comentarios, a veces enojoso por la impropiedad de los mismos. Este personaje era el abogado Pablo Martínez Rojas, asesor de Alvarito Noboa en su museo y en la in-famosa Bienal de Pintura de Guayaquil. Después de haber cruzado varios correos entre los comensales de Arte-Ecuador, era obvio que Martínez era persona no grata. Yo acoté un par de comentarios, y al día siguiente el abogado me llamó desde Nueva York para hablar "personalmente" conmigo. En la siguiente llamada me propuso participar de la Bienal como artista o jurado ante lo cual yo agradecí pero me excusé. Por demás está decir porqué. ¿O talvez no?
Yo considero que la Bienal de Guayaquil, organizada por Martínez y auspiciada por Noboa, es un invento por demás precario, básico y elemental en sus propuestas, pero abundoso en dinero, dispuesto a buscar ser la siguiente colección Jumex (pero sin el talento e inteligencia de aquella) de Sudamérica. No la puedo considerar seria como artista porque mantengo graves diferencias políticas y éticas con su "dueño" que no me permitirían participar y conciliar el sueño, y mantener la cara, claro está. Además de considerar su propuesta un adefesio.
Como dije me excusé de participar o ser jurado. Hubiera pensado que ninguno de los artistas que conozco (y admiro) esté dispuesto a participar de semejante tomadura de pelo. Pero me equivoqué. Ampliamente. Tristemente. Artistas de la talla de Larisa Marangoni fueron jurados. Y artistas como Saidel Brito y alumnos participaron, ¡y ganaron! .
Veo en esta participación una falta de ética enorme. Por la plata baila el perro dicen, y éstos en realidad lo hicieron. Bailaron al son que les tocaron, con obras creadas ad hoc para la ocasión, haciendo gala de ser "vivísimos" para ganarse los premios. De estar dispuestos a lo que sea con tal de sacarse unos pesos . Y lo demuestran en cada concurso, tal parece que tienen alguna cátedra de "Sapada 101", pero la que les hace falta es aquella de ética, cátedra que me imagino no se imparte, porque en la contemporaneidad ese es un sujeto "caliente" que no se toca. Tema tabú. No veo que exista tampoco coherencia con una búsqueda artística personal, sino con un aprovechar de la banalidad y la pobreza de las convocatorias para así erigirse en "los más sapos".
Penoso, realmente penoso. Brito además hace declaraciones de estilo límbico al referirse a la obra ganadora de su alumno Caguana diciendo:"Un muy buen oficio, una escala intelectual curiosa, colirios placenteros y refrescantes a la vista de todo público, y el extrañamiento necesario para que genere un ambiente especial de ambigüedad. ...¿Que es eso? ¿discurso floral? ¿frutal? De cualquier manera, no dice nada, aparentemente, pero dice todo lo que no escribe. Es una tomadura de pelo, es una suerte de banderillazo intelectual a los periodistas, al auspiciante y a las audiencias ¡Ole! matador. Nos dejaron con la boca abierta, los churos hechos y la falda alzada.
Mientras aquí en la franciscana Quito Alvear proponía que un "etnógrafo" documente el fenómeno de la Bienal de la Banana, los artistas del Manso ya eran contratados de jurados, ya hacían la obra y ya ganaban!.
Por mi parte me felicito por no haber caído en el juego de la banana. Una cáscara votada en el suelo para que los incautos resbalen, para que Alvarito, Martínez y demás, se congratulen en algún exclusivo club Nuyorquino, porque nadie rechaza sus verdes, y los ganadores pasen a ser parte del panteón de artistas de la República de la Banana, riéndose por su gran jugada maqueño. Such is life in the tropics!!!
Miranda Texidor
Abril 2010