Saturday, November 10, 2012

Masivas concentraciones explosivas de flores atacan a la Galaxia Gris


Una constelación disidente

Arena de aguaje



Espuma de aguaje
Fungiendo de animadora e impulsadora de acciones y productos lúdicos, interactivos, que la insertan dentro de la estética relacional, la performance artística de Ana Fernández (alias Miranda Texidor) está impulsada por una vocación desmitificadora, contradictora, irónica; por una energía carnavalizante: reposición y recreación de juegos de feria, marchas bufas con la apariencia de desfiles cívicos, pastiches de los estilos visuales y textuales callejeros, apoteosis de lo circense, celebración paródica del disfraz y de la iconografía pop (los carteles del cine y del circo), recuperación de las manualidades femeninas (el tejido y el bordado), creación de una zoología fantástica.
 No en vano, este año, en la “saneada” Plaza 24 de Mayo, en Quito, instaló su colorida y particular versión de los personajes del carnaval andino. Y como ocurre en el carnaval, lo que fundamenta la obra de Fernández es el elemento cómico, presente en casi todos sus trabajos, desde sus hilarantes textos escritos hasta sus proyectos propiamente artísticos como La procesión (2004-2006), un conjunto de dibujos de figuras zoomorfas y antropomorfas recortados y sobrepuestos al muro, que conformaban una romería pagana y festiva, o su serie los Marmanjos (2007)                      –término que en portugués nombra al hombre “vago” o  “desocupado”–, donde el héroe cómico volvía a ser animalizado. Si, como señala Umberto Eco en su lectura del carnaval, esta animalización es “la máscara a través de la cual pasamos hacia la risa la dificultad de vivir”,  no es menos cierto que las criaturas de nuestra artista experimentan también –en un ejercicio de ascesis o liberación– un devenir marmanjo, esto es, una singular realización de ese devenir animal ampliamente desarrollado por Gilles Deleuze. Devenir marmanjo –aventuro– vendría a ser algo así como dar un paso al costado de los códigos y las reglas del capital, de la struggle for life  que impone la economía de mercado, “hasta devenir insignificante” conforme a la divisa deleuziana.
Lo cierto es que esta degradación e igualación rituales que instituye el carnaval ha servido a la artista precisamente para subvertir simbólicamente las oposiciones binarias y los sistemas jerárquicos que cimientan la sociedad y la cultura: lo alto y lo bajo, lo popular y lo culto, lo consagrado y lo marginal, lo serio y lo cómico, configurando un  gozoso melting pot, donde todos sus componentes han sido medidos con la misma vara socarrona, dicharachera, plazuela, pues su lugar de enunciación, su plaza fuerte, es la plaza pública. Es allí donde la artista emplaza a sus oponentes, hace buena parte de sus provisiones y despliega todo su arsenal verbal y plástico. Este es –a grandes rasgos– el circo de Miranda Texidor, el cosmos cómico de Ana Fernández.
Su reciente propuesta, humorística e irónicamente bautizada Masivas concentraciones explosivas de flores atacan a la Galaxia Gris continúa por un lado sus exploraciones plásticas arraigadas en los dominios del kitsch, y por otro, su guerra sin cuartel contra lo que llama la “Galaxia Gris”, es decir, las manifestaciones artísticas derivadas de la ansiedad sociológica y antropológica que Fernández encuentra trilladas, tediosas y chatas. A este orden frío y muchas veces aséptico –gobernado por los discursos y teorías en boga– que constituye el mainstreäm del arte nacional y mundial, la artista opone la reivindicación del oficio, y con él, la vindicación de la forma, del color, de la materia, que nos devuelven la experiencia física y sensorial del mundo.
Estallido de flores tropicales y psicodélicas –que recuerdan la estética flower power o los collages de Beatriz Milhazes–, vibrantes mosaicos tachonados de círculos y cubos –que remiten a los diseños textiles artesanales–, salpicaduras y chorreos que interrumpen sus apretadas tramas –descarga seminal, chisguete carnavalero–, guiada por “la imaginación y el deseo” –en sus palabras– y revisitando los olvidados desvanes del informalismo y de la Action painting, las pinturas últimas de Ana Fernández trazan una constelación disidente y policroma en la plomiza superficie del arte ecuatoriano actual.



Cristóbal Zapata
Cuenca,  septiembre, 2012.


Flores de Quinta Avenida


Explosiones solares
                                                 


Galaxia Geometrica Gaseosa detalle
                                                              

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